Las marcas aprovechan los eventos musicales para darse a conocer y fidelizar a sus clientes. Lo hacen como patrocinadores y con carpas, lonas e, incluso, mochilas fly banners.
Verano: temporada de baños, helados, excursiones en
bicicleta, vermuts a pie de calle y festivales. Sí, de festivales. Habéis leído
bien. Son muchas las localidades españolas que han sucumbido al indie, al pop, al
rock, al reggae o al balkan y que lo han querido incorporar a su agenda
cultural en forma de evento. Barcelona, Madrid, Benicàssim, Benidorm…. El
estilo musical cambia, pero el espíritu es el mismo: que los asistentes –sean
locales o no- disfruten de un fin de semana de buena música.
Otra cosa que no varía es el papel de las marcas de
refrescos o cervezas en los festivales. Si habéis tenido la oportunidad de
asistir a un evento de estas características en el último año, seguramente
habréis comprobado que compañías como Heineken, Estrella Damm o San Miguel son
habituales de estos festivales y que, gracias a su patrocinio o co-organización,
consiguen darse a conocer y fortalecer su imagen de marca en un público, los
jóvenes, que acuden a estas citas con la música venidos de diferentes partes
del mundo. Lo hacen con escenarios que llevan su nombre y
su logo, con lonas que penden de las estructuras, con fly banners y banderas que
ondean en todo el recinto, con carpas donde comercializan sus productos e,
incluso, con un servicio de bebidas que se hace hueco el público. ¿En qué
consiste exactamente? Se trata de chicos
y chicas que cargan un
dispensador de refrescos o cervezas a sus espaldas y que, con ayuda de una mochila fly banner, se distinguen entre la
muchedumbre. Una idea my práctica teniendo en cuenta las colas y aglomeraciones
que se concentran en los puntos de venta de bebidas de los festivales y, sobre
todo, que los asistentes a los conciertos saben agradecer y premiar con
fidelidad. Quizá no recuerden el nombre de la marca de cerveza que le
expidieron en barra, pero sí el de la compañía que, en medio del gentío, le
ayudó a saciar su sed.
Esta acción, tan propia de los festivales, puede ser exportable
a otros eventos de similares características. Y hablamos de “similares
características” porque, por mucho que una bebida fría –sea agua, un refresco o
una cerveza- se agradezca en la misma medida en un concierto de música que en
un mitin o en una feria profesional al aire libre, el público asistente y, por
tanto, el protocolo a seguir es diferente. Pensemos en las exhibiciones de surf y skate o
en las maratones urbanas. Aquí los refrescos o bebidas energizantes no sólo
tendrían cabida, sino que tanto participantes como público las aplaudirían.
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Las carpas, junto a las banderas y las mochilas fly banners, forman parte del paisaje de los festivales de música. |
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